miércoles, 14 de octubre de 2009

El diablo haciendo hostias con arequipe




Victor Bustamante


En la pasada Fiesta del Libro, 2009, ocurrió uno de los más inesperados encuentros entre dos viejos amigos, antes distanciados por cuestiones poéticas y políticas.

Gustavo Zuluaga, librero, editor y director del programa radial, En defensa de la palabra y Fernando Rendón, director del Festival de Poesía.

Creemos que de esa manera se liman asperezas, se aclararan dudas, y sobre todo gana la poesía. El diálogo más o menos fue el siguiente:

Fernando Rendón: Hola mi querido Hamaco, qué bueno verte.(El Hamaquero, rascándose las barbas, se hace el que no lo ve, pero se queda extasiado. Ya que tiene enfrente nada menos que a un Nóbel alternativo de pura cepa, una gloria nacional en bronce de alta pureza. Continúa rascándose las barbas, haciéndose el loco).

FR: Hola mi viejo querido, ¿cómo te va?, qué bueno verte.

(El Hamaquero todavía helado, no sabe qué camino coger. En lugar de esa abrazo fraterno y de ese beso en la frente esperaba una andanada de insultos y de vejaciones, pero no, el poeta que tiene enfrente es otro)Gustavo Zuluaga: Ahí mas o menos, hombre Mono.

(El Hamaco es el único autorizado en Medellín y sus alrededores para decirle Mono al Mono, es decir, a Fernando Rendón).

FR: Tenemos que dejar nuestros odios, nuestras diferencias y trabajar por este país que está lleno de ríos de sangre.

GZ: Lo único que te interesa es el dinero y eso no es poesía. Acordáte de nuestros viejos tiempos en el Cabuyal cuando aguantamos hambre y soñábamos con cambiar este país a través de la poesía. Me traicionaste y eso me pone muy triste.
..
FR: Cierto Hamaquerito pero recordá que uno no puede ser un eunuco de la poesía. Hay que gestionar, ser grandes.

GZ: No te creo nada. Te vendiste, te volviste un lagarto detrás del erario público..


FR: No lo creas el festival le dio un respeto a Medellín y eso se hace con dinero.


GZ: Sólo creo en los escritores que sufren, Ciorán, Artaud, Lemos. Acordáte de Roquita cuando vivió con nosotros y le ayudamos tanto. Se nos fue lejos.


FR: Si Hamaquero pero mira que los políticos se roban el dinero de la cultura, y es mejor aprovecharla haciendo eventos, dándole poesía a las personas.


GZ: Mira hombre Mono, qué te puedo decir, pues olvidaste que en el fondo nosotros somos nadaistas también, recordá que a veces decís que Gonzalo Arango hubiera soñado con realizar algo tan grande como lo que haces, pero también recordá a Lemos como vivió. Es el más grande poeta nadaísta. ¿Si o no?Decime, ¿si o no?, y te creo.(Mira hacia los lados por si es espiado por sus amigos que no le perdonaran nunca este encuentro)


FR: Sí, Hamaquerito tenés razón.GZ: Además no me gusta que tengas a esos muchachitos de la Juco en la sede del Festival dizque escribiendo poesía. Estás loco, que dirá Mayakovski si los ve allá.


FR: Hamaquerito dejé de ser comunista este año. Los eché a todos, me tenían medio loco, piden plata todo el día. Incluso voy a misa los domingos.

GZ: Monito, no te creo, Cuando se es mamerto es difícil dejar de serlo. Eso queda como una ponzoña.

FR: Pero hace poco dijiste en tu programa que amabas a Cuba y a Fidel Castro.


GZ: ¿Y es que escuchas el programa?


FR: Claro, aunque a veces te veo decadente, cuando te pones nostálgico poniendo discos de Charles Aznavour y de Adamo pareces una solterona de Copacabana de esas que viven en la vereda Sabaneta.

GZ: No Monito, no es eso, es que estos muchachos de ahora no saben ni quienes son ellos y es para compartir algo con ellos. Creo que existe una conspiración reguetotiana contra nosotros.


FR; Escucho tu programa todos los domingos, puedo estar hablando con el exterior, con Canadá, Suecia, Soyinka o lo que sea, pero tengo qué escuchar En defensa de la palabra, pero me da mucha rabia cuando empezas a tirarme puyas sobre los malos poetas que traemos y sobre todo cuando mete la cucharada el peruano, y por allá como que alguien se ríe ¿No es Gajaka? ¿De dónde sacaste al peruano?


GZ: Es un colaborador del programa, además poeta. Nunca lo has invitado a participar en el festival.


FR: Tranquilo Hamaquero que para el próximo festival lo invito por recomendación tuya.

GZ: Te volviste un negociante de los encuentros por la paz. Eso es una farsa, una mentira.


FR: Nada de eso. Es necesario hacerlo por una razón sencilla, (y mira al suelo), corren ríos de sangre a toda hora en el país.

GZ: Debiste haber dicho ríos de dinero que le entra al festival ya nunca apoyas a nadie. Por ahí tengo un poeta que necesito que lancemos.

FR: ¿Has dicho lancemos? Lo que necesites. El festival es tuyo. Me gusta ese lenguaje.Te voy a invitar para que abras el próximo festival. Si queres llevar al peruano no hay problema aunque es medio fastidioso.


GZ: No lo creo te gusta figurar al lado de los poderosos. Olvidaste una de las consignas nadaístas. “Los gordos no entraran al reino de la poesía”.


FR: (Se queda perplejo y medio triste pero no le salen lágrimas). Sí Hamaco es de Darío Lemos. Ah, tiempos aquellos chupando naranja y buscando patrocinio para la revista Imago en Copa. Ah tiempos aquellos de fraternidad y de poesía y frío como un putas.

(Vuelve a abrazar al Hamaquero, quien se hace el difícil, parece una quinceañera. Fernando también está perplejo hace veinte años no veía al Hamaquero en carne y huesos, Lo ve gordo, cacheticolorado, inteligente y desconfiando)

FR: Hombre Hamaquerito hagamos cosas juntos, recitales en la librería, me invitas a tu finca a hacer un sancocho de bagre como en nuestros buenos tiempos. Estoy dispuesto a asistir a tu programa de radio, Eso si no me vas a fusilar con preguntas capciosas. te compraré todos libros de poesía de Este lugar de la noche.

GZ: Ya no lees ni escribís. Como que estás dedicado a las relaciones sociales y yendo al Polo a abrir la boca. Por ahí me llegaron unos libros de poesía tuyos y ahí están exhibidos.No te creo. Todavía no te puedo invitar al programa porque quedo mal con las personas que no te quieren. Además le voy a dedicar doce programas a Sandro y a Los Ángeles Negros, después a Mercedes Sosa que está muy enfermita. Te acordas como pasábamos de bueno cuando te cantaba, gracias a la vida, y vos llorabas a moco tendido.


FR: Ah los buenos tiempos cuando escuchábamos a Mercedes Sosa, se me erizaba la piel y esperábamos que la revolución estaba detrás de la esquina.

GZ: No podes decir nada porque te has vuelto de derecha. Estás del mismo lado de Fanny Mickey, de Raimundo Angulo. La cultura como espectáculo no como interrogante. Pan y Circo, Quie-to..

FR: Eres mero teso. Te estás volviendo inteligente.

(El Hamaco mira a un lado a una bella ninfa que lo mira y lo ha reconocido. Él también repara en ella)

GZ: Debes saber que hablas con el mejor librero de Medellín.
.
FR: Mis respetos, maese Gustavo. Espero que hagamos la paz, la armonía, la fraternidad. La buena poesía nos llama. Recordá que la poesía es fuego.


GZ: Es pura carreta Mono. Te gusta mucho la publicidad y la plata. ¿Si es verdad que tenés una guaca?.


FR: ¿Y vos dónde te quedas, salís en El Tiempo, en El Colombiano, y en Une, por qué será?


GZ: Ja ja ja.
.
FR: En serio, deja de colocar música de los 60 en tu programa. Al paso que vas se va a llamar En defensa de la música para aplanchar.

GZ: Siguen Los Iracundos. Es que a veces me vuelvo triste. Además la gente no lee casi y me están llegando muchos elepés y ahí se me alborota la nostalgia..


FR: ¿Te imaginas Hamaquero si en esta época hubiera vivido Rimbaud y Michaux? Creo que hubieran sido de izquierda y hasta estuvieran en el monte.

GZ: No lo creo. Rimbaud era un mariquita y el otro estaría en algún monte pero de Venus. Je je je je.


FR: Pareces uribista de tiempo completo. En serio Hamaquero cuándo vas a ir a la sede. Dejémonos de vainas y de echarnos basura a la cara. Esta ciudad necesita cultura y a nosotros.

GZ: Ni sé que decir.

(Se dan un abrazo. El Mono Rendón por primera vez en muchos años habla de una manera clara, sin rencores y el Hamaquero está pendiente de que no lo vea ningún chismoso que vaya a contar de ese encuentro)


GZ: No le contes a nadie de este encuentro.


FR: Fresco Hamaquero. Te llamo.

domingo, 11 de octubre de 2009

CARLOS ALFONSO RODRÍGUEZ
(Lima 1968)
Ha publicado “El grito”(1994), “10 poemas de amor para mayores y menores de 12 años”(1998), “Poemas públicos”(2004) “Un puerto en el paraíso, motivos para cantar y otras breves historias”(2008) y “Poemas en salsa verde, con ajos, cebolla y bastante ají amarillo”(2009).

“El poeta peruano Carlos Alfonso Rodríguez, ha vivido algunas temporadas en Medellín en donde legó parte de su obra poética a Jaime Jaramillo Escobar (X-504), quien gentilmente cedió estos poemas a la revista Arquitrave. Nadie ha vuelto a saber de él desde hace más de diez años. Como es un viajero impenitente, turista profesional y domador de fieras indomables, se cree que, probablemente, se encuentre en la amazonía cazando tigres, venados y delfines rosados”
(Harold Alvarado Tenorio)

viernes, 9 de octubre de 2009





LA PEOR MUJER DE LA TIERRA

Era de mediana estatura y de cabellos rizados,
De nariz prominente, piernas torcidas y cuerpo enjuto.
Gustábale los viajes en crucero y en avión,
Y los buenos hoteles de Acapulco y Cartagena.
Ella ingresó a la universidad pero solamente,
Para que en su familia comentaran que estudia.
Después abandonaría los estudios para siempre.
Pues, para eso estaban los hombres en el mundo,
Para que también cumplieran como tales...
Palurda, fisgona, entrometida y sabelotodo.
Desplazábase oronda por las calles de la ciudad,
Con aires de importante y sueños de gran Dama.
Su aspiración mayor, era por supuesto, salir retratada
En las páginas sociales, junto a las grandes señoras
De familia, de la alta sociedad y de la buena vida;
Aquellas veteranas que rezan todo el día el santo rosario,
Cuando ya la muerte las acecha, amenaza y vigila.
Habiendo sido de jóvenes más perdidas que una bala.
Sus ojos no se mueven, para nada, del televisor,
Y no camina ni a la esquina de su casa sin auto ni taxi.
Ella jamás dio de lactar a nuestro primogénito y único hijo,
Para no deformar sus tersos pezones y voluptuosos senos.
¡Yo no sé, porque existiendo tantas hembras en el mundo,
Tuve que tropezarme con la peor mujer de la tierra!
Carlos Alfonso Rodríguez



EL GRITO

He ahí que vi hombres derrotados, quebrados, vapuleados, dependientes...
He ahí que vi a los poetas de generaciones anteriores morirse en los bares,
Morirse en los caminos, arrollados por trenes y buses en las carreteras,
Agonizar en los pasillos oscuros de los hospitales públicos,
Caminar perdidos, vagar enloquecidos en las avenidas y en las calles.
Mujeres dementes embarazadas por noctámbulos borrachos,
Padres enemigos de sus hijos, hijos enemigos de sus padres,
Soledad, infelicidad, en las vidrieras, detrás de los mostradores,
En los almacenes, en las oficinas, en las esquinas, en todos lados.
Ideologías y dogmas romperse a pedazos en los propios ojos
De millones de jóvenes acorralados en los sueños y en los años.
Tal vez es probable que no haya mucha belleza en mis palabras,
Pero en mis palabras hay verdad, dulce o amarga, la verdad es la verdad,
Perpetua como los signos o las leyes más antiguas
Que hasta hoy día permanecen como una muralla inderribable.
Como una ciudadela detenida en el tiempo, piedra sobre piedra,
Ángulo tras ángulo, en completa arquitectura, en exacta matemática.
Hoy me pongo de pie y debo de sobreponerme a todo ello,
La muerte de un amigo, la de otro más, ¡cómo duelen! Hoy que viajo solo.
¡Estas son nuestras pruebas, estos son nuestros retos!
Yo sigo siendo un joven a quien todas las mañanas acompañan
Las voces azules de los pájaros cantando desde sus ramas.
Yo sigo siendo un joven a quien el mar alegra el camino tranquilo hacia la playa
Desbordando alborada tras alborada entre brisas mudas y calladas.
Yo sigo siendo un joven que ha empezado a ser feliz y a florecer
En la sonrisa del verano en cada faena del trabajo cotidiano.
Amo mi país y mi país y tu país se abren como una puerta o como una ventana
En cada palabra de este relato que se levanta como un himno o como un canto.
El mal olor segrega nuestras úlceras, las muertes son muy cotidianas y terribles,
La sangre ha embadurnado nuestras ropas, vestidos y zapatos,
Los niños mueren por millones en la tierra, mueren de enfermedades incurables,
Los ancianos protestan públicamente y sus protestas nadie las escucha.
En las calles la noche ahorca diariamente un grito en la guerra,
En muchísimas noches atravieso la brisa de los faros del invierno,
Desalojo de mi mente los falsos espejismos que aparecen de repente,
Deslumbrado por las aguas azules que se mueven en los ojos tuyos,
Y me tiendo a los brazos que se extienden como puentes a mis brazos
Y me hago uno contigo, hasta desaparecer juntos de este mundo,
Tantas veces en el cielo de nuestras vidas y muchas veces en la tierra,
Penetrando dócilmente en el fértil túnel de nuestras emociones.
Mi generación fue una generación golpeada, herida, despojada,
Mi generación fue un grupo de jóvenes impetuosos e inconformes,
Que acaso no quiso escribir una sola palabra en sus días bajo el sol,
Que probablemente empezó a escribir bajo la luz de un cuarto oscuro,
En puertos abandonados, en desolados terminales terrestres,
En habitaciones cerradas, en hoteles baratos, casi sin proponérselo siquiera,
Una por una fueron saliendo las pocas palabras que aprendieron,
Que pagó con su vida el precio de sus sueños muriendo en los caminos,
Que soportó en carne propia el peso de una brutal y espeluznante realidad,
Que no se entregó fácilmente a ninguna tiranía ni a cualquier dictadura,
Que no tenía por qué creer servil y ciegamente a revoluciones europeas,
Y no tenía por qué en los colegios ser decente formal o bien educada,
Cuando todos los días se jugaban grandes intereses y su voz
Y su opinión no importaba ni un sólo rábano, tampoco un pepino,
Que discutía largamente en sus cuartos, cuando los soportaban en sus casas,
O cuando los echaban violentamente de sus casas diciendo:
Que el Dios de los ricos no era, precisamente, el Dios de los pobres,
Ni el Dios de los blancos era el mismo Dios de los negros, indios o cobrizos,
Cuando en últimas cuestiones no existen razas inferiores o superiores,
Desde que todos descendemos del mono, o sea desde que tenemos
Un gorila adentro por dichosa investigación y comprobación de Darwin,
Que descubrió en asquerosos hoteles que las prostitutas en el fondo
Eran mujeres tiernas de enorme desenfado, pero de desgraciada orfandad,
Entonces recién pudo comprender la predilección de Víctor Humareda,
Por ese universo sórdido y real en el mismo corazón de la Parada,
Que se arrojó desde los pisos más altos de la principal Torre de la ciudad,
Después de leer “Montacerdos” remeciendo las bases de sus cimientos,
Que escribió profusos, extensos y aburridos manifiestos aristotélicos,
Abrumados de bostezos somnolientos en oficinas paraestatales,
Mientras la poesía se ponía de pie en las calles y avenidas
O se jugaba la vida segundo a segundo por los caminos de mi patria,
Y los versos más intensos se escribían en la soledad más absoluta,
Y los versos lanzaban en las celdas oscuras, agudos quejidos del alma.
Que le dijo ¡No! a una recua de oportunistas y malnacidos alcahuetes,
Cuando muy alegremente celebraban un supuesto triunfo entre comillas,
Y terminó suicidándose en las calles principales del centro de la ciudad,
Pudriéndose anónimamente en las cárceles más escondidas y olvidadas,
En largos túneles subterráneos que iban a dar a grandes fosas comunes
Dónde sus cadáveres irreconocibles de rostros desfigurados
Señalaban con el dedo índice y con los ojos abiertos a los culpables.
Autodestruyéndose en los bares, en malolientes, cantinas y tabernas,
Divagaban perdidos entre las grandes avenidas de luces apagadas,
Embriagados tambaleaban revolcándose como puercos o lagartos
En donde quedaran enterrados de desperdicios, de basura o de lodo
Hasta comerse las babas amargas y ácidas de sus propios vómitos.
Refugiándose absolutamente desolados en los templos evangélicos,
Arrojándose a las llantas de los carros que partían a la carrera...
Estrellando sus cabezas contra paredes o veredas totalmente ebrios y mareados.
Abandonando el país sin más sueños que sus propios sueños,
Pidiendo plata en la puerta de los restaurantes, en las estaciones del metro.
Fueron arrastrados, empujados, ganados por la desesperación,
Por el desencanto, el engaño, la espalda fría del mundo, la traición...
Se drogaban en las peñas criollas, bailaban música negra, fumaban marihuana,
Consumían pasta básica hasta ponerse verdes, morados o negros;
Se inyectaban heroína, bebían ácido lisérgico, dormían en los arcanos del horror.
Yo los vi perderse una noche con un brillo en los ojos, nunca más volví a saber de ellos...
Piso el alambre de los grillos en el que horadan el silencio de la noche,
Sobre astrosas pendientes declina pálidamente la tarde mientras asoma la luna.
¡Yo, no me adapto a ésta vida de remedios, inyecciones, pastillas, antibióticos!
Estas calles apretadas, llenas de autos, microbuses, triciclos y altavoces,
No pueden controlarme. ¡Ya, he empezado algo y debo terminarlo!
Las viejas canciones de la radio pretenden controlar, atrapar, domesticar,
Mis afectos, mis verdaderos y más profundos sentimientos.
Los diarios siempre mienten y todavía creen que somos inocentes e ingenuos,
Hay mucha gente en mi país que no tuvo nunca un momento lleno de alegría,
Hay mucha gente en mi país a quién la felicidad jamás llegó;
Por eso me explico sus rostros endurecidos, sus corazones llenos de odio y amargura,
La prepotencia que destilan en sus escritorios porque fueron abandonados,
A veces por sus padres, a veces por sus madres, a veces por ellos mismos...
La ira que arrebata sus insomnios son sueños de paz en la gran aldea
Y los sueños de paz son sueños de paz en el bullicio de la gran ciudad.
¡Oh Sodoma!¡Sodoma la horrible!¡Sodoma, la pérfida, ahora y siempre!
Toda una experta estratega en sus actos más viles y artimañas,
Aquella que conoce los más recónditos secretos e intimidades,
Que nos habéis tratado a unos y a otros como a perros, como a bestias,
Como a mulas de carga, como acémilas, como completos animales.
Que nos hicisteis tragar el polvo amargo que se levanta en los caminos,
Que nos distéis de comer basura y excremento en las mazmorras,
Que nos enmarrocaste, que nos redujiste durante meses y años,
Que nos encerraste en pocilgas, basureros, buzones y comisarías,
Para que no cantáramos jamás en el nombre de la libertad,
En el nombre de la igualdad y en el nombre de la fraternidad,
Y eso era a lo único que nosotros cantábamos, porque en eso creíamos.
¿Cómo no iba a despreciarte?¿Cómo no iba a actuar, a veces, como lo hacía?.
Cuando me emborrachaba en las noches hasta dar tumbos en las paredes.
Yo orinaba en tus sucias calles. Yo defecaba en tus pestilentes parques,
En las plazas, en los puentes, en las avenidas principales, en los monumentos
Levantados a todos los héroes que perdieron guerra tras guerra,
Y a quiénes en tus libros, revistas, periódicos y hasta universidades,
Confesabas públicamente que amabas, que era lo único también que amabas.
Es evidente que detesto todo ese tiempo y difícilmente voy a poder evitarlo,
Al menos que cambies o por lo menos que seas otra, francamente.
Porque yo vi en tus calles, en cada paso que fui dando en este mundo de infierno:
Jóvenes enfermos de neurosis deambulando en las aceras y hablando solitarios...
Hijos en sano juicio, gozando de plenas facultades mentales, recriminando a sus padres;
Haciéndolos responsables de todas sus frustraciones y fracasos.
Existencias adolescentes marcadas por angustiosas enfermedades,
Muertes prematuras acumuladas una sobre otra en clínicas u hospitales,
Madres adolescentes trayendo al mundo limitaciones y miseria,
Muchachas universitarias entregando sus cuerpos a los pasajeros de los hoteles
por unas cuantas monedas o simplemente por un par de dólares americanos,
Sacerdotes y obispos predicando desde de sus altares por la paz y por la vida,
Armados hasta los dientes de ametralladoras, rifles y pistolas,
Asociaciones nacionales de escritores y artistas convertidas en grandes antros,
En donde se celebraban, a vista y paciencia de todos, con gran descaro y desparpajo,
Desenfrenados bacanales, pomposas fiestas acompañadas de ruidosas orgías,
Sin que la intelectualada, poetisos, poetusos, poetastros, ni nadie diga nada.
Explotados, desocupados, cojudeados, parados entre millones de parados.
Endeudados por impuestos, fregados por tributos, jodidos por las coimas,
De verdad, la verdad hablando, la enorme cantidad de dinero que cuesta ser ciudadano.
¡Oh Sodoma!¡Sodoma, Sodoma!¡La mal querida, la maltratada, la ultrajada!
¡Ciudad hermana de Babilonia!¡Ciudad consumida, ciudad consumada!
¡Ciudad de hombres y mujeres de pechos, vergas y vientres desnudos!
¡Ciudad de casas rodeadas de alambradas cargadas de cables eléctricos!
¡Ciudad dónde olvidan a los hermanos o los vuelven bestias, que es lo mismo, igual o peor!
¡Ciudad de edificios bombardeados, destruidos de cólera y de rabia!
¡Ciudad sitiada de tanquetas, carros blindados, camiones de guerra y soldados!
¡Oh Sodoma! ¡Oh Sodoma!¿Quién ordenó las matanzas en las cárceles de Castro Castro,
en las lóbregas celdas de San Juan de Lurigancho, en el Hermelinda Carrera
de Chorrillos y en la isla del Frontón en el mar Pacífico?,
Juzga también esas manos ensangrentadas y asesinas, providencia, en esta vida,
¿Debemos olvidar, también, para siempre ese río de sangre derramada?
¡Oh Sodoma! ¡Sodoma!, abrid los goznes de tus puertas y ventanas,
Soldad los yugos de las bestias para que la economía no gire en su propio eje,
Que se quiebren uno a uno los eslabones y grilletes mentales,
Que arda el amor derritiendo todas las fibras de nuestros corazones,
Para hacer de este continente un territorio paradisíaco y hermoso,
Como lo pronostican y señalan algunas profecías y designios,
Pero antes deberán cesar pronto la violencia y las guerras fratricidas,
Pero antes habrá que demoler las armas de las fuerzas armadas.
Yo, simple y llanamente me pregunto: ¿Por qué sus proyectos siempre fracasaron?,
¿Por qué sus buenas leyes e ideas siempre en la práctica se truncaron?.
Sus propuestas de paz luego de sonar con bombos, platillos y tambores,
Se perdían, irremediablemente, en los escombros y rincones del olvido,
Sus magníficas e innovadoras reformas casi nunca tuvieron éxito,
Sus nuevas constituciones cada vez fueron peores que una telenovela mexicana,
¡Ciudad perdida!¡Ciudad putrefacta!. No vas a vencerme, no vas a derrotarme.
¡Ya he empezado algo y debo, definitivamente, terminarlo!
Porque yo no nací para ser derrotado, yo nací para morir como los hombres de pie,
Como los viejos y rudos guerreros que entregaron sus vidas muriendo de pie
Como mis padres y abuelos que vivieron y murieron de pie
Yo todavía escribo palabras de amor aún en medio del ruido y del silencio.
Yo todavía escribo palabras de amor junto a la arena mojada donde respira el agua.
Porque puedo ver sobre la tierra la luz de un nuevo día,
Resplandeciendo lleno de vida, alumbrando nuevas horas, buenos días,
Porque me crecen drabas tiernas en las palmas de mis manos,
Porque puedo contemplar la piedra hendida de flores multicolores y retamas:
Amarillas, rojas, blancas, violetas, rosadas, de todos los colores;
Porque puedo imaginar un nuevo día, a pesar de todo y después de todo, hoy.

Carlos Alfonso Rodríguez











POETAS AMARILLOS

Los poetas actualmente, ya no se meten en política,
Escriben versos puros, cristalinos y celestes,
Publican puntualmente obras ligeras.
Cuentan y describen historias consabidas,
Noticias, crónicas y verdades perogrullescas,
Trabajan en diarios y emisoras oficiales.
Entrevistan bataclanas, chuchumecas y enanos,
Organizan fastuosos festivales de la poesía.
Recomiendan endemoniadas y hábiles estrategias,
Para encaramarse con arte en el poder.
Se inflan como pavos reales en los salones,
A donde muy poca gente va a escucharlos.
No quieren problemas con nada, ni con nadie,
Son amigos de reptiles, cocodrilos y lagartos,
Practican la filosofía de Raymundo y todo el mundo.
Los poetas ya no se meten en política,
Recitan versos y sonetos en las oficinas,
Son perseguidos y secuestrados por secretarias,
Se emborrachan y amanecen en embajadas,
Gobernaciones y palacios municipales.
Danzan como bailarinas en una pista de hielo,
Caminan como equilibristas en un circo global,
Se doctoran y jubilan como arrodillados.
Cobran mensualmente en el Banco de la República.
Los poetas ya no se meten ni involucran en política;
La política, por fortuna, nunca ha necesitado
De estos mequetrefes, cacasenos y cobardes.
Carlos Alfonso Rodríguez