sábado, 13 de diciembre de 2008

Natalia Hángel

Natalia Hángel suspira un cigarrillo con su rostro artaudiano.


La poeta y escritora Natalia Hángel pronunció estas palabras en la presentación del libro "Obra completa de Alejandra Pizarnik" el pasado 11 de diciembre en café librería " Este lugar de la noche".

Leamosla......



Para Lacan, el texto literario debía responder preguntas muertas, antiguas, sepultadas y vigentes. El texto, en Pizarnik, debía, y debe, ser un diálogo del yo con el inconsciente; las letras, en ella, configuran su alma, pero su alma no es estática, no permanece en estado pasmoso, sus letras apuestan por lo dinámico, por un lenguaje, semánticamente distinto, inmerso en el idioma universal, absurdamente racional. ¿Racional?, por supuesto, ya que al leer su obra en francés, o español, identificamos, de igual forma y con la emoción expuesta, el encuentro de la ausencia, del goce, de lo perfecto. Es claro que todo lo que se lee, se lee diferente, sin embargo, la lectura del texto poético, en ella, desentierra personajes que se han (o hemos) olvidado; ésta parece ser una literatura juvenil, por lo tanto, existencial, y archivada, argumentada en la postura moderna que deslegitima "lo adolescente", pues lo asume como moda y algo circunstancial, pero no como parte esencial del ser, como Pizarnik lo hace; sus preguntas ontológicas y teleológicas, para algunos, perduran y establecen lo verdadero; ella se hace extraordinaria, cuando crea, con su retórica, muchas veces lo escribe, el absurdo que hay entre lo real y la ficción. Esto no se logra con un lenguaje elaborado, arcaico, sino, con un lenguaje que nos significa, con un lenguaje que nos da sentido: "te remuerden los días/te culpan las noches/te duele la vida tanto tanto/desesperada ¿adónde vas?/desesperada ¡nada más". Pizarnik nos habla desde su silencio, con una lengua incrédula, en busca, siempre, de la perfección. Por medio del lenguaje se construye, se re-conoce: "No comprendo el lenguaje y es lo único que tengo. Lo tengo sí, pero no lo soy". Habla cuestionando, respondiendo, con temor; el silencio se convierte en aliado y verdugo, pues el silencio quizá sea lo perfecto, el lugar idílico, soñado, el fin de la búsqueda. Niega, constantemente, la alineación del sujeto, ya que como remedio a ésta escribe la pregunta, el deseo de saberse siempre, de asumir el verbo en la carne, de existir por la enunciación. Escribe nuestro yo como imaginario, pareciera un referente que la cuestiona, para así establecer el diálogo con el otro, nosotros, y al revés. Sin embargo, ella no cierra o termina este diálogo, permanece abierto, en constante movimiento, es en el lenguaje ambiguo, en las posibilidades, en la dicotomía muerte-vida, amor-soledad, silencio-fin. Su poesía acepta la melancolía del ser como respuesta a la fatalidad que produce la vida. "He llamado, he llamado. He llamado hacia nunca".

1 comentario:

Gabriel Jaime Caro (Gajaka Extramítico) dijo...

Bueno, si la Pizarnik fue inventada por el hamaquero, ha sido su mejor chisme y negocio entre comillas. Magnifica la presentacion de Natalia, y su entronque con el alma vacia entre comillas tambien de la poeta que nadie quiso escuchar en los años sesenta aparte de Raul Gustavo Aguirre y Olga Orozco. GNOSTICOS AL ATAQUE!!!